31.3.13

En el bosque eterno de los niños

Con Naila en un Arbol caído











1 comentario:

Anónimo dijo...

Desde aquí mismo, de Berlín estoy viendo
y viviendo toda esa alegría.
¿Freunde, Freunde, Freunde, mein Liebe Enkelin!


Ese árbol lo conozco.
Cuando comenzó a crecer
lo alimentaron las lluvias verdes,
y el sol cobijaba sus ramas más altas
que le daban a las abajo
más calor del recibido.
Es decir le señalaban el cielo.
Después se hizo viejo,
pero era siempre el preferido
de todos los pájaros del bosque.

Cuando un día ya no resistió más en pie,
un viento del sur lo derribó.
Se espantaron todas las fuerzas
vivas del bosque,
pero nadie lloró,
solo que llovió cien años seguidos
para que se impregnara de aliento,
y quedó en un camino como un cruce
para que los niños lo transitaran,
y yo a la distancia los viera
como sonrientes cruzan su vida.

El Opi y los berlineses.