26.2.07

De tu Abuela

25 de febrero de 2007

Querida Maya, Ya vienes de camino! Tu venida es tan esperada, que toda tu familia está de júbilo. Unos vienes traspasando fronteras, y los que estamos aquí transformamos nuestros pensamientos, en recuerdos sublimes de nuestras propias memorias.

El recuerdo se aloja en las imágenes y en las sensaciones de las células. Como ocurre con la espuma empapada en agua, dondequiera que la carne se comprima, se estruje e incluso se roce ligeramente, el recuerdo puede surgir como un manantial.

Tu respresentas la generación de la mujer redimida, al lado de un hombre, que por hoy está aprendiendo su papel de ser indispensable y a estar disponible en su papel de padre. Se podría decir que anteriormente, el padre era un hombre sin tiempo, una simple sombra en el papel proveedor. Hay aquí una importante manifestación de un cmabio muy profundo en tu llegada. La vida esperada, el registro viviente de una vida sanada.

Vienes a sanar muchas manifestaciones anteriores de familias que no teníamos aún el concepto del origen de dar vida al resplandor de este amor universal. Me siento muy orgullosa de haber formado a mis hijos, aún sin tener muchos conceptos claros como los tengo ahora.Pero cuando una entrega parte de su vida a la labor de ser madre, aprendiendo de sus hijos, creo que no hay mejor forma de superar las limitaciones que nos llegaron sin darnos cuenta, por un mal aprendizaje.

Siento que aún me falta por aprender, y gracias a ti Maya, podré decir que tengo una nueva maestra, porque tu serás aprendiendo y mí, y yo en ti: a ser una abuela sabia. Creo que seremos unas buenas discípulas. Desde hoy, mi primera lección, ha sido la paciencia.

Tendré paciencia, y que tu venida sea pronta y sin tropiezo.

Bienvenida, eres mi primer nieta, te amo, Myriam.

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